El libro brota entre las flores y los árboles, para renacer en primavera.
Desperté de mi autosugestión teniendo
claras las pautas a realizar. Me acerqué a la bolsa y, separando levemente el
agujero con los dos dedos pulgares, comencé a soplar ligeramente por la abertura,
como si dirigiese el casi imperceptible hilillo de humo hacia la «obertura».
Con los ojos cerrados me percaté de que se iba abriendo lentamente, como una
flor, como una pieza musical. El olor de su interior se hacía mucho más
intenso, un olor desagradable pero que me hacía sentir extraordinariamente
bien.
Extracto del capítulo 4 de La maldita casilla de salida |
Con el envoltorio por fin destapado, y
tras esa experiencia tan peculiar, mi curiosidad por su interior se había
desvanecido. Me encontraba tan sumamente liberado de cualquier preocupación que
decidí comprobar las virtudes del paquete mágico poco a poco. Pasé los dedos,
juntando ambos bordes, y el paquete volvió a sellarse.