Me
encontraba de nuevo en la casilla de salida, como cuando era joven y buscaba
con ímpetu un futuro. Pero ese pasado lo tenía difuminado y ya no recordaba las
veces que «se me habían merendado y contado cuarenta» a mi costa.
(Extracto del primer
capítulo del libro)
LA IDEA
En el segundo párrafo del
capítulo primero del libro, apareció la clave para el título y la portada.
Imaginé
al protagonista como una ficha dentro de un tablero de juego real. La narración
invitaba a dibujar un parchís personal con demasiados vericuetos. La clave era
conseguir la sencillez y la portada del excelente libro de Alexis Ravelo, La última tumba, me indicó el camino.
EL DISEÑO
Mi amigo, el excelente escultor Antonio Imbernón IMBER, se sentó
delante del ordenador y simplificó la idea: una casilla de salida llamativa, los
trazos siguientes mostraban una profundidad y un relieve sorprendente en las
siguientes casillas de juego, tan solo faltaba la ficha que colocó al borde
dibujando su sombra. La improvisación fue idónea, pequeños retoques terminaron
la obra. Resultaba imperfecta, reflejando a la perfección el sentido del libro.
INTERPRETANDO LA
ILUSTRACIÓN
El título queda inmejorable, la palabra SALIDA marca el interior de una casilla desgastada y sucia. El
color naranja es diferente de las tonalidades clásicas del parchís y resalta del
resto.
Las casillas del juego rompen con la estética de lo correcto,
se acercan a lo políticamente incorrecto. Están deformadas, dobladas,
amenazadas por la oscuridad.
La ficha se queda en un equilibrio balbuceante, la sombra
indica que puede caer, pero ¿hacía donde? ¿Se mantendrá en la siguiente casilla?
¿Desaparecerá en el limbo de las tinieblas? ¿Qué rumbo seguirá Martin, el
personaje de la novela?
Entra en el interior de La
maldita casilla de salida y descubre la luz en la oscuridad, pero recuerda,
primero debes sacar un cinco con los dados.